Yo decido, feminismo y discapacidad

Laura Seara Sobrado (1)

Las mujeres con discapacidad hemos vivido un mes de marzo para recordar, en primer término la actualización, ¡por fin!, del artículo 49 de la Constitución, con el trabajo intenso y constante del CERMI, además del apoyo de otras muchas organizaciones.

En ese escenario, la presencia de más de 300 mujeres con discapacidad, que estuvimos presentes, el pasado 1 de marzo, en el hemiciclo del Senado, para el I Parlamento de las Mujeres con Discapacidad, para difundir y desarrollar los postulados de la Agenda de las mujeres y niñas con discapacidad de España para la próxima década.

¡El futuro que queremos! Esta declaración toma como base el III Manifiesto sobre los derechos de las mujeres y niñas con discapacidad en la Unión Europea: Capacitación y liderazgo, del Foro Europeo de la Discapacidad, con una visión reforzada centrada en la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer de Naciones Unidas, definiendo propuestas y medidas en la legislación y política pública de España para la próxima década, tanto en los planos estatal como autonómico.

El empoderamiento de las mujeres y niñas con discapacidad es otro de los puntos importantes dentro de la declaración, por ser «fundamental para defender sus derechos humanos». Además, porque «empoderar garantizará su acceso a la igualdad de oportunidades y a su inclusión en la sociedad sin discriminación por motivos de sexo, discapacidad u otros factores identitarios». En el caso de las mujeres y niñas con discapacidad, hay pocos espacios donde el apoyo y la información para avanzar en un verdadero proceso de crecimiento ofrezcan bases y conceptos sólidos, que favorezcan la implicación y el compromiso, incluyendo las experiencias en primera persona.

En segundo lugar, estuvimos en la entrega por parte de la Delegación del Gobierno en Madrid del reconocimiento «8M. 8 Mujeres, 8 Motivos» a la vicepresidenta de CERMI Comunidad de Madrid y la presidenta de Aspaym, Mayte Gallego, por su «capacidad de trabajo y dedicación a las personas con discapacidad en general y a las personas con enfermedades neurológicas». Además de promover los derechos de las mujeres y niñas con discapacidad en la Comunidad de Madrid.

Por otra parte, nuestra participación en la marcha de 8M, en Madrid, con el lema único: «Nosotras también somos mujeres» ha servido para reivindicar no solo la plena vigencia de nuestros derechos, sino también para reforzar el reclamo de que hay que terminar con la discriminación machista en todos los ámbitos. Además de que se demuestra que es posible avanzar en la conquista de nuestros derechos y de nuestros espacios políticos cuando va unido todo el poder femenino. ¡Yo decido! A diferencia de lo que ocurre con otros grupos en situación de exclusión, en el caso de las mujeres con discapacidad, no solo existen escasos recursos legales específicos pensados desde y para ellas, que les permitan luchar contra las conductas discriminatorias, sino que, además, existen muy pocas organizaciones como Fundación CERMI Mujeres, donde encuentren apoyo, puedan informarse adecuadamente, trabajar su autoestima, desarrollar autoconfianza, para poder descubrir sus potencialidades.

Aunque este mes de marzo que estamos viviendo, indica que en los últimos años se han logrado muchos avances en los derechos de las personas con discapacidad, las mujeres seguimos siendo discriminadas aún desde el ámbito familiar, pues hasta se limita el acceso a la educación, por una falsa protección o por subestimar nuestras posibilidades, lo que a la larga resulta no solo en altas tasas de analfabetismo, también en mayor indefensión, ya que perdemos el acceso al trabajo remunerado.

Por lo tanto, estamos siempre expuestas a la pobreza, por la falta de respuestas del sistema sanitario y educativo a nuestras necesidades, así como a una muy limitada protección social.

Estas variables existenciales impiden el desarrollo de formas de vida inclusivas en la sociedad, lo que demuestra que la discapacidad no es un problema individual, sino un fenómeno socialmente construido, que puede ser reparado y cambiado con la participación ciudadana y sobre todo con la sororidad de los movimientos feministas.

Al contrario de lo que ocurre con otro tipo de grupos vulnerables o que sufren discriminación, una de las causas en muchos casos de mujeres y niña s con discapacidad es que se carece de recursos o dispositivos legales eficaces para eliminar y corregir las conductas discriminatorias.

Desde siempre, los prejuicios culturales nos aíslan del espacio público, se nos hace invisibles y nos limitan al espacio doméstico, en el que dependemos de nuestras posibilidades para buscar una salida. Todo esto juega en contra de la independencia y autonomía de la mujer y la niña con discapacidad, perpetuando los roles tradicionalmente femeninos heredados del patriarcado.

Asimismo, hay que destacar, que en el ámbito rural, las mujeres solemos padecer una triple discriminación, ya que a veces tenemos que asumir el rol de cuidadora de la familia, si lo permite nuestra discapacidad.

Si retomamos los temas del nuevo artículo 49 de la Constitución, se plantea la situación de vulnerabilidad de las mujeres y niñas con discapacidad y es un claro avance que haga una alusión expresa a la atención específica de sus necesidades. También, se concreta la exigencia de una protección social reforzada para las personas con discapacidad, que deben recibir la atención especializada que requieren y que tienen que ser esencialmente respetadas y amparadas para el disfrute de los derechos que la Constitución otorga a toda la ciudadanía.

Por lo tanto, el ¡Yo decido! Es una respuesta rotunda de las mujeres con discapacidad para que tengamos acceso a los servicios y apoyos necesarios, lo que implica medidas para eliminar barreras, así como para promover la inclusión y el empoderamiento, con el debido respeto, tanto a nuestros compromisos como a nuestras decisiones vitales.