Marta Castillo: «Aspiro a dejar como legado un activismo más accesible, sostenible y con mayor impacto social»

Imagen Marta Castillo, presidenta de CERMI Andalucía

Marta Castillo; presidenta de CERMI Andalucía y delegada del CERMI Estatal para Nuevas Formas de Activismo

Marta Castillo, presidenta de CERMI Andalucía y recién nombrada delegada del CERMI Estatal para Nuevas Formas de Activismo, encarna la fuerza del asociacionismo andaluz, del activismo feminista y de la renovación del movimiento de la discapacidad en España. Activista incansable, combina la firmeza en la defensa de derechos con la capacidad de diálogo y consenso, y apuesta por un activismo moderno, inclusivo y conectado, donde la visibilidad y la innovación social son claves para avanzar hacia una sociedad más justa.

Marta Castillo, ¡enhorabuena por su nuevo nombramiento como delegada del CERMI en Nuevas Formas de Activismo! ¿Cómo ha ido evolucionando su implicación en el activismo por los derechos de las personas con discapacidad?

Mi implicación en el activismo por los derechos de las personas con discapacidad ha estado marcada por un compromiso sostenido y una progresiva asunción de responsabilidades en el ámbito asociativo. Inicié mi trayectoria como socia de la Asociación de Jóvenes con Discapacidad Pisando Fuerte, integrada en la Federación Granadina de Personas con Discapacidad Física y Orgánica, FEGRADI COCEMFE Granada, y posteriormente fui desempeñando distintas funciones de gestión y representación: en primer lugar, como Secretaria de la asociación; más adelante, como Vocal de la Junta Directiva de FEGRADI; y, posteriormente, como Vicepresidenta durante dos mandatos, hasta ser elegida Presidenta de la FEGRADI COCEMFE Granada.

Esta experiencia me ha permitido representar al movimiento en numerosos órganos e instituciones, responsabilidad que actualmente ejerzo también desde la Presidencia de CERMI Andalucía. Además, formo parte del Comité Ejecutivo del CERMI Estatal y asumo otras funciones en el tercer sector, entre ellas: Presidenta de FEGRADI COCEMFE Granada, Vicepresidenta y Secretaria de Andalucía Inclusiva COCEMFE, Vocal de la Mesa del Tercer Sector de Andalucía y Patrona de la Fundación CERMI Mujeres.

A lo largo de este camino he defendido siempre la importancia de la visibilidad. Creo firmemente que lo que no se ve, no existe. Por eso he apostado por estar presente en actos, jornadas y debates, y al mismo tiempo por incorporar el activismo digital como un recurso imprescindible. Las redes sociales y las plataformas digitales nos permiten amplificar la voz del movimiento, llegar a nuevas generaciones y reforzar la incidencia política.

Mi compromiso ha sido y sigue siendo claro: promover un activismo firme, moderno y cercano que coloque a las personas con discapacidad en el centro de la agenda pública.

"Lo que no se ve, no existe. La visibilidad es clave para que nuestras reivindicaciones tengan impacto"

Desde su punto de vista, ¿Cómo ha evolucionado el activismo en defensa de los derechos de las personas con discapacidad desde que empezó hasta ahora?

El cambio ha sido enorme. Cuando empecé, el activismo estaba muy ligado al movimiento asociativo organizado: las entidades eran las que canalizaban nuestras demandas, se reunían con las administraciones y ejercían la presión política necesaria. Ese modelo fue fundamental porque dio solidez y legitimidad al movimiento. Sin embargo, en los últimos años hemos asistido a la irrupción de nuevas formas de activismo mucho más individualizadas, potenciadas por las redes sociales. Hoy cualquier persona con discapacidad puede denunciar en tiempo real una situación de discriminación, un trato inadecuado o una barrera arquitectónica o de otro tipo, y esa denuncia puede alcanzar a miles de personas, incluidos responsables políticos y medios de comunicación.

Esto no sustituye al trabajo de las entidades, pero sí lo complementa y lo enriquece. Hemos pasado a un modelo híbrido, en el que el activismo institucional y el digital se potencian mutuamente. Para el movimiento asociativo supone un reto: adaptarse, ser más ágil, estar más cerca de las personas y aprender a dialogar en nuevos lenguajes. Pero también es una oportunidad extraordinaria, porque nos da mayor capacidad de influencia y nos acerca a la ciudadanía en general. No podemos olvidar que, desde los inicios, el movimiento asociativo organizado de personas con discapacidad y sus familias han sido un motor esencial acompañando, reivindicando y sosteniendo la acción colectiva. Su activismo ha permitido que muchas de las conquistas actuales fueran posibles, y sigue siendo clave para garantizar apoyos y representación en todos los niveles.

Primer plano de Marta Castillo sonriente, presidenta de CERMI Andalucía.

Ahora que asume el cargo de delegada para Nuevas Formas de Activismo, ¿Cómo definiría este ámbito dentro del movimiento por los derechos de las personas con discapacidad?

Para mí representan una evolución natural y necesaria. La sociedad está cambiando rápidamente: los canales de comunicación, la forma en la que la ciudadanía participa y cómo se construye la acción política y social ya no son los mismos que hace una década. Si queremos que el movimiento de la discapacidad siga teniendo influencia, debemos adaptarnos y liderar esos cambios.

Hablamos de Nuevas Formas de Activismo cuando incorporamos herramientas como la inteligencia artificial, cuando utilizamos redes sociales de forma estratégica, cuando diseñamos campañas digitales que apelan directamente a la juventud o cuando creamos espacios participativos más horizontales. También cuando fomentamos la escucha activa y utilizamos tecnologías para llegar más lejos y con mayor eficacia.

En definitiva, se trata de aplicar innovación social al ejercicio de los derechos. No es solo un cambio de forma, sino de fondo: necesitamos un movimiento que combine tradición y modernidad, que mantenga la fuerza del trabajo comunitario pero que al mismo tiempo sepa desenvolverse en un mundo digital y globalizado.

Además, estas nuevas formas de activismo deben contemplar también el relevo de los equipos directivos en nuestras entidades. La renovación de liderazgos es imprescindible para que las organizaciones se mantengan vivas, abiertas a nuevas ideas y capaces de responder a los desafíos actuales. Incorporar a personas jóvenes, a mujeres y a perfiles diversos en la dirección supone enriquecer la visión del movimiento y asegurar su sostenibilidad de cara al futuro.

¿Qué visión tiene sobre las nuevas formas de activismo (digital, interseccional, comunitario…) y por qué son especialmente relevantes en estos momentos para el CERMI?

Son tres dimensiones fundamentales que, lejos de excluirse, se refuerzan entre sí.

El activismo digital es hoy una herramienta imprescindible. Nos permite expresarnos, organizarnos y reclamar nuestros derechos en tiempo real, utilizando redes sociales, blogs, plataformas o campañas en línea. Amplía el alcance de nuestras reivindicaciones y garantiza la participación directa de las propias personas con discapacidad, lo que conecta con el principio de nada sobre nosotros sin nosotros.

El activismo interseccional es igualmente clave. Reconoce que las personas con discapacidad no somos un grupo homogéneo, sino que muchas veces vivimos discriminaciones múltiples: por género, etnia, orientación sexual o situación socioeconómica. Ese enfoque nos obliga a tejer alianzas con otros movimientos sociales, instituciones, empresas, medios de comunicación y comunidades locales.  En este sentido, es fundamental visibilizar la situación de las mujeres con discapacidad, quienes se enfrentan a discriminaciones múltiples por razón de género y discapacidad. Darles voz y protagonismo en el movimiento es una prioridad para lograr un activismo verdaderamente inclusivo.

Finalmente, el activismo comunitario sigue siendo esencial. Se trata de la participación activa en la vida política, social y cultural de nuestros barrios, pueblos y ciudades. La presencia en consejos municipales o en juntas de distrito es un ejemplo de cómo podemos incidir de forma directa en la vida cotidiana de la ciudadanía. Todo ello contribuye a situarnos como agentes de cambio y transformación social. En este ámbito, las familias desempeñan también un papel crucial, no solo como apoyo cotidiano, sino como agentes activos que impulsan la participación comunitaria y refuerzan la cohesión social.

En definitiva, estas nuevas formas de activismo representan un avance imprescindible donde las personas con discapacidad ocupamos el lugar que nos corresponde como agentes de cambio y transformación social.

Estas nuevas formas de Activismo son importantes para el Cermi porque recogen y refuerzan los valores más esenciales de nuestro movimiento. En primer lugar, parten del modelo social de la discapacidad, que nos recuerda que lo que limita no es la condición de salud, sino las barreras físicas, sociales y actitudinales que la sociedad impone.

 Además, visibilizan y combaten el capacitismo, esa discriminación basada en la capacidad funcional que todavía es tan común y que se manifiesta en prejuicios, estereotipos y actitudes excluyentes.

También promueven la autodeterminación y la auto-representación: queremos que sean las propias personas con discapacidad quienes lideren las reivindicaciones, definan sus necesidades y diseñen sus estrategias, dejando atrás cualquier enfoque asistencialista.

Por último, estas nuevas formas de activismo amplían el concepto de accesibilidad: no se trata solo de accesibilidad física, sino también digital, cognitiva, educativa y comunicativa. Solo garantizando esa accesibilidad plena podemos asegurar una participación real.

"El reto más grande es convertir la sensibilización online en cambios reales en políticas y leyes inclusivas"

¿Qué papel han jugado la digitalización, las redes sociales y el activismo juvenil en esta transformación?

Han sido motores de cambio. La digitalización ha abierto nuevas oportunidades: hoy la información llega a más personas, los contenidos son más inclusivos y las herramientas tecnológicas permiten reforzar la autonomía de quienes participan en nuestras organizaciones.

Las redes sociales se han consolidado como un instrumento de sensibilización y de incidencia social sin precedentes. Gracias a ellas podemos visibilizar discriminaciones, difundir buenas prácticas y trasladar nuestras demandas a la sociedad y a las instituciones en tiempo real, con un alcance global.

El activismo juvenil, por su parte, aporta frescura, creatividad y una perspectiva interseccional. Las personas jóvenes con discapacidad utilizan lenguajes y formatos más cercanos, lo que nos permite conectar mejor con la ciudadanía y con nuevas generaciones. Han demostrado que no solo son el futuro del movimiento, sino también su presente.

En conjunto, digitalización, redes sociales y activismo juvenil han contribuido a fortalecer la voz del movimiento de la discapacidad, situando la defensa de los derechos y la igualdad de oportunidades en un plano más visible, global y participativo.

Hablando de límites, ¿cuáles son los principales retos que ve para mantener un activismo efectivo y sostenible en la era digital?

El primero es garantizar la accesibilidad universal en las plataformas digitales, porque todavía existen barreras tecnológicas que limitan la participación. El segundo, reducir la brecha digital: no todas las personas con discapacidad disponen de dispositivos adaptados, conectividad o formación suficiente.  No podemos olvidar que esta brecha digital afecta de manera más acusada a las mujeres con discapacidad, especialmente en el medio rural, lo que obliga a diseñar estrategias específicas que aseguren su plena participación.

Otro reto es la saturación informativa: nuestras demandas corren el riesgo de perder visibilidad en un entorno digital hiperconectado. Además, debemos enfrentar los discursos de odio y los estereotipos capacitistas que circulan en redes, con respuestas firmes pero también pedagógicas.

Y el desafío más grande es convertir la sensibilización online en cambios reales. No basta con viralizar un mensaje: el activismo digital debe traducirse en políticas públicas, en leyes más inclusivas y en una mejora tangible de la vida de las personas con discapacidad.

¿Cómo cree que se puede tener mano dura pero al mismo tiempo mano izquierda?

En el activismo de la discapacidad, tener mano dura significa sostener una postura firme y constante en la defensa de los derechos de las personas con discapacidad. Implica no dar un paso atrás ante la pérdida de derechos conseguidos, en retrocesos normativos, en prácticas discriminatorias o actitudes capacitistas, recordando siempre que los derechos de las personas con discapacidad son derechos humanos irrenunciables.

Mano izquierda significa, al mismo tiempo, tener capacidad de diálogo, escuchar y generar consensos. Implica tender puentes con administraciones, empresas y ciudadanía, y transformar las reivindicaciones en propuestas constructivas.

Creo que esa combinación de firmeza y flexibilidad es la que hace posible un cambio social real y sostenible siempre en beneficio de las personas con discapacidad

¿Cómo cree que podemos garantizar que estas nuevas formas de activismo sean accesibles e inclusivas para todo el movimiento asociativo, especialmente personas con barreras de acceso digital?

Aplicando de manera rigurosa los principios de accesibilidad universal en todas las plataformas digitales: subtitulado, audiodescripción, lectura fácil, compatibilidad con lectores de pantalla y tecnologías de apoyo.

También reduciendo la brecha digital con formación, dispositivos adaptados y conectividad accesible. Y por último, ofreciendo formatos híbridos o presenciales que aseguren que quienes tienen más dificultades de acceso digital también encuentren espacios de participación. Solo así podremos hablar de un activismo verdaderamente inclusivo, donde todas las voces tengan capacidad de incidencia.

¿Qué enseñanzas de activismo presencial (como la movilización física, participación directa, el trabajo comunitario…) deberían preservarse incluso en un mundo cada vez más conectado digitalmente?

Hay elementos que son insustituibles. La movilización en las calles sigue siendo la forma más directa de mostrar la fuerza del colectivo y de mantener la presión social. La participación cara a cara genera vínculos de confianza, empoderamiento y apoyo mutuo que no siempre pueden replicarse en lo digital. El trabajo comunitario, además, es esencial: las personas con discapacidad deben ser protagonistas de la construcción de soluciones colectivas en sus territorios. Aunque el mundo digital abre muchas oportunidades, nunca debemos perder de vista que el cambio social real también se construye en la cercanía, en la convivencia y en la acción compartida.

En diciembre de 2024 se produjeron movilizaciones masivas pidiendo financiación justa para la discapacidad en Andalucía; y fue portavoz de esas reivindicaciones. ¿Cómo cree que el activismo conectado, digitalizado o en red puede fortalecer esfuerzos como ese? Y hacia donde van sus esfuerzos presentes.

Las movilizaciones masivas de diciembre de 2024 en Andalucía fueron un ejemplo claro de cómo la unión del movimiento asociativo puede poner en la agenda pública una reivindicación justa e inaplazable: la financiación suficiente para garantizar los derechos de las personas con discapacidad. Estoy convencida de que el activismo conectado, digitalizado y en red tiene la capacidad de multiplicar ese esfuerzo, porque nos permite llegar más lejos, más rápido y con mayor impacto social. Las herramientas digitales no sustituyen la presencia en la calle, pero sí la amplifican: ayudan a difundir el mensaje, a sensibilizar a la ciudadanía y a generar alianzas en distintos territorios. En este momento, mis esfuerzos se centran en consolidar esas nuevas formas de activismo dentro del movimiento asociativo, asegurando que sean accesibles, inclusivas y sostenibles, y en seguir trabajando para que cada reivindicación tenga la fuerza de lo presencial y el alcance de lo digital.

Imagen de Marta Castillo, detrás tiene el logotipo de CERMI Andalucía.

Y finalmente, ¿Qué impacto le gustaría que tuviera su trabajo como delegada para Nuevas Formas de Activismo en el movimiento CERMI?

Mi objetivo es abrir caminos para que el movimiento asociativo sea más inclusivo, innovador y participativo. Aspiro a que las herramientas digitales amplíen nuestra capacidad de incidencia y a que todas las personas con discapacidad encuentren espacios reales y efectivos de participación, sin que nadie quede atrás. Me gustaría que el CERMI se consolide como un movimiento diverso, moderno y conectado, capaz de combinar la tradición del trabajo comunitario con el potencial transformador de lo digital. En definitiva, quiero dejar como legado un activismo más accesible, sostenible y con mayor impacto social. En este legado quiero destacar, de manera especial, el papel de las mujeres con discapacidad, asegurando que estén presentes y ocupen espacios de liderazgo en las nuevas formas de activismo. Y este legado debe reconocer también el valor del activismo de las familias, cuya implicación y compromiso han fortalecido históricamente al movimiento asociativo y deben seguir teniendo un papel protagonista en el futuro.