El periodismo no es educación, pero sí debe estar al servicio de la ciudadanía, y eso implica perseguir la justicia y la igualdad

Imagen de Elsa González, periodista

Elsa González; periodista y doctora en Periodismo

Hoy conocemos a Elsa González, figura clave del periodismo español contemporáneo, con décadas de experiencia en radio, compromiso ético, formación profesional y una firme impulsora de la igualdad, la profesionalización y la libertad de prensa. Expresidenta de FAPE y actual miembro de la junta directiva de FEDEPE, repasa su trayectoria, su vínculo con el CERMI y su defensa del liderazgo de las mujeres con discapacidad. “Para que esta sociedad sea más rica, más justa y más inclusiva, a veces hay que tratar de forma desigual para alcanzar la igualdad”, afirma.

Usted comenzó en la Cadena SER en los años 70 y luego desarrolló gran parte de su carrera en COPE. ¿Qué le aportó cada etapa en su formación como periodista?

Yo empecé en prensa escrita, en el diario Pueblo, haciendo prácticas mientras estudiaba segundo de carrera, en 1975. La radio no era algo que me atrajera entonces, aunque en casa siempre estuvo muy presente. Accedí a la SER tras unas pruebas que hoy serían equivalentes a un máster. Me cogieron sin conocer a nadie, y eso fue un golpe de fortuna. En ese proceso me rescató González Calderón, jefe de informativos, y me incorporó a los informativos, primero en el gabinete y luego en Hora 25, cuando apenas estaba naciendo. Fue una etapa clave, pero también descubrí que, pese a que ya éramos mayoría de mujeres en la facultad, en los informativos nacionales yo era la única mujer durante medio año. Vi de forma muy clara que no teníamos las mismas posibilidades de ascenso.

En la COPE, ya en los años 80, tuve más suerte. Coincidí con José Luis Gago, quien después contrataría a Luis del Olmo y revolucionaría la radio con programas río. Allí encontré un trato exquisito, más igualitario, y pude desarrollarme plenamente. La radio es mi vida, mi primer canal, y me considero periodista, ante todo. Lo de “radiofonista” viene después

"En los informativos nacionales de la SER fui la única mujer durante medio año. Me di cuenta de que no teníamos las mismas oportunidades para ascender"

¿Cómo ha evolucionado el periodismo desde aquellos años hasta hoy? ¿Qué hemos ganado y qué hemos perdido?

Yo soy periodista de la tardotransición. Llegué al oficio cuando ya se había aprobado la Constitución, pero viví todo el proyecto de libertades y el crecimiento del periodismo. Ahora tenemos tecnologías que nos facilitan el trabajo: el teléfono móvil ha sido providencial. Sin embargo, el fondo del periodismo no debería cambiar: contar la verdad, contextualizarla, investigarla.

Hoy hay mucho más consumo de información, pero también más superficialidad. Se confunde información con opinión. Muchos jóvenes creen que lo que ven en Instagram o X es información verificada, y eso es un problema. Faltan herramientas de educación mediática. El periodista no es un educador, pero sí debe trasladar los hechos con rigor.

"Hay quien me ha dicho: ‘eso lo he visto en Instagram o en Twitter’. Pero una red social no es un medio de comunicación. Es un altavoz, no una fuente verificada"

¿Cómo se combina hoy calidad informativa con estabilidad profesional en medio de tanta precariedad?

La precariedad y la politización han ensombrecido el oficio. Desde la crisis de 2008, el periodismo se ha empobrecido. Muchos medios han cerrado, otros han perdido independencia, y eso ha afectado a la calidad y la ética. Se ha cedido al amarillismo para ganar audiencia. Además, hemos perdido editores: el periodista ha tenido que asumir tareas para las que no siempre está preparado, como la gestión y la venta. Hay confusión de papeles y eso también empobrece.

"Todavía no ha calado la importancia del periodismo, de las fuentes, de diferenciar entre información y opinión. Falta educación mediática"

En 2022 presentó su libro COPE: La radio de las estrellas. ¿Qué le impulsó a publicar esa obra ahora?

Ese libro nació de una tesis doctoral, pero al transformarlo en obra editorial fue una auténtica reflexión sobre mi carrera y la radio. El editor me pidió reducirlo y dejar lo esencial. Me sirvió para valorar más a muchas personas, como José Luis Gago, figura clave en mi trayectoria y una persona generosa y visionaria. También abordo cómo ha sido crecer profesionalmente siendo mujer. Fue un ejercicio personal, profesional y emocional.

Durante su presidencia en FAPE advirtió sobre los peligros que acechan a la libertad de prensa. ¿Cuál es hoy el mayor riesgo?

La empresa periodística está en crisis, no el periodismo en sí. Los políticos lo saben y se han relajado: ya ni convocan ruedas de prensa, o si lo hacen apenas permiten preguntas. Usan redes para transmitir decisiones sin ser cuestionados. Eso deteriora la libertad de información y, en consecuencia, de expresión. La ciudadanía pierde. Y lo grave es que muchos periodistas han mantenido cierta normalidad frente a situaciones que no lo son. Pero la libertad de información es un derecho del ciudadano, no del periodista. Nosotros solo somos intermediarios. Sin credibilidad, el periodismo no existe. Nos convertimos en una red social. Y eso es muy grave

¿Qué papel cree que jugaron medios como Servimedia para visibilizar la discapacidad?

Servimedia fue esencial. Julián Barriga hizo un trabajo pionero: no solo por lo que contaban, sino por quién lo contaba. Las noticias las daban periodistas con discapacidad, y al principio podías fijarte en eso, pero al tercer día ya solo les preguntabas por política o actualidad. Se integraron como uno más y eso cambió la percepción de todo el entorno, desde los propios periodistas hasta los diputados. La inserción era posible, normal y necesaria.

"Sin mujeres con discapacidad en espacios de liderazgo, la igualdad seguirá siendo una promesa pendiente"

¿Cree que los medios están contribuyendo adecuadamente al liderazgo de las mujeres con discapacidad?

La mujer con discapacidad sufre una doble discriminación: menos acceso laboral, menos oportunidades para puestos cualificados, más obstáculos. Para alcanzar la igualdad, a veces hay que tratar de forma desigual. Llámalo discriminación positiva, pero es necesaria. No es un privilegio ni una concesión; es un derecho. Sin independencia económica no hay autoestima, ni normalización. Y sin mujeres líderes en todos los espacios, la sociedad no será justa.

"La inserción laboral es la que concede independencia económica, autoestima y respeto. Es un derecho, no una concesión"

¿Qué deberían hacer los medios para ayudar en esa transformación social?

El periodismo no es educación, pero sí debe servir a la ciudadanía. No se trata de protección ni paternalismo. Se trata de visibilidad, de poner voz a quienes han sido silenciadas. . Necesitamos que los medios muestren esta realidad, que rompan prejuicios y barreras mentales.

"Sin credibilidad, el periodismo no existe. Nos convertimos en una red social. Y eso es muy grave"

Desde su trabajo en FEDEPE, ¿Cómo se ha comprometido con este enfoque?

Desde FEDEPE trabajamos por el liderazgo femenino, y eso incluye de manera prioritaria a las mujeres con discapacidad. Hemos impulsado encuentros, campañas y colaboraciones con entidades como CERMI. El liderazgo de la mujer con discapacidad debe ser un objetivo central. Porque dentro del liderazgo femenino, ellas enfrentan las mayores brechas. Hemos avanzado mucho, pero aún queda por hacer. La autoestima y la visibilidad de estas mujeres hoy no tienen nada que ver con la de hace 10, 20 o 30 años. Y eso es fruto de su esfuerzo y del acompañamiento de quienes creemos en su potencial.

"Siempre digo que queda muchísimo por hacer, pero también se ha conseguido muchísimo. Hay que estar con la lanza colocada y el escudo puesto"

¿En qué momento personal se encuentra ahora?

En uno muy bueno, porque hago lo que quiero. Participo en tertulias, en jurados, en espacios editoriales. Estoy disfrutando de mi familia y de mis objetivos, sobre todo en el campo de la mujer. Creo que la mujer es el motor del siglo XXI. Y el periodismo tiene que estar al servicio de la justicia y la igualdad. No como adoctrinador, sino como garante de los derechos de la ciudadanía.

Para cerrar, si pudiera resumir en una frase cómo los medios pueden ser agentes de cambio social frente a la exclusión, ¿Cuál sería?

Para que esta sociedad crezca en justicia, debemos tener la lanza colocada y el escudo puesto. Sin miedo, sin concesiones, y con la convicción de que la igualdad no es una meta lejana, sino un deber del presente.

Frente a este panorama, Elsa González reivindica el valor de los principios éticos del periodismo: veracidad, contextualización, contrastar fuentes y ser intermediarios fiables para la ciudadanía. “El periodista no es un educador, pero tiene una responsabilidad con la verdad”.

Imagen de Elsa González, periodista