La cuestión no es si las personas con discapacidad deberían poder competir en igualdad de condiciones, continuaba. La cuestión es deben tener acceso a los medios y a las adaptaciones necesarias para poder hacer lo que quieran, si lo desean.
Y a día de hoy, especialmente en el deporte, contar con las adaptaciones necesarias es una cuestión económica. Si tienes dinero, puedes tenerlas, si no… lo que hace que el deporte sea menos accesible para las personas con discapacidad, especialmente las mujeres con discapacidad, que tienen cargas añadidas por el hecho de ser mujeres y menos poder adquisitivo.
Y aun contando con las adaptaciones, lo cierto es que no se compite en igualdad de condiciones, apuntaba otra compañera ¿Va a hacer el mismo tiempo en natación una persona con una pierna o un brazo que con ellos?, por ejemplo. ¿O una mujer y un hombre con discapacidad? No basta con adaptaciones estructurales, también es necesario adaptar los tiempos, de la misma forma que se adaptan los tiempos para las categorías masculinas y femeninas, porque nuestros cuerpos, nuestra anatomía es distinta.
Este tipo de informaciones llevan a caer subliminalmente en el que, si quieres, puedes, y si no puedes, es porque no te da la gana. Y que el deporte adaptado, o cualquiera otra actividad es de segunda categoría por el mero hecho de tener discapacidad.
Este tipo de informaciones deberían servir, no solo para poner en valor la discapacidad, sino también para denunciar la falta de recursos que sufrimos y su consecuente discriminación.
La cuestión es que tengamos la oportunidad real de acceder al deporte, o a cualquier ámbito de nuestras vidas en igualdad de condiciones para poder elegir libremente lo que verdaderamente queremos hacer y no sólo lo que otros han decidido que podemos hacer.
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