Beatriz González : «Gracias al voluntariado he aprendido a comunicarme de formas que nunca imaginé»
Muchas gracias por su tiempo. Para empezar, ¿podría contarnos algo sobre usted, su trayectoria personal y profesional?
Me llamo Beatriz González, nací en Suiza, pero vivo en Ourense, Galicia, desde hace 30 años. Tengo sordera profunda. Estudié un ciclo superior de administración y finanzas, aunque actualmente trabajo como reponedora en un supermercado Eroski. Empecé allí porque, tras terminar los estudios, no me salía nada relacionado con mi formación. Aun así, sigo luchando por conseguir un trabajo como administrativa, que es mi verdadera vocación. Tengo pareja y no tengo hijos.
¿Cuándo sintió por primera vez que podía ser voluntaria? ¿Cómo fue ese primer contacto?
Lo recuerdo muy bien. Fue hacia 2010 o 2011. Una persona sorda me animó a participar como voluntaria con personas sordociegas y en riesgo de exclusión. Me pareció una propuesta interesante, me apetecía aprender y participar, así que me apunté sin dudarlo. Nunca me dio miedo. Me di cuenta de que compartíamos muchas cosas, que éramos prácticamente iguales, solo que ellas además son ciegas o tienen otras características añadidas. Me sentí muy conectada desde el principio.
Gracias al voluntariado he aprendido a comunicarme de formas que nunca imaginé. Las personas sordociegas me han enseñado muchísimo
¿En qué tareas colabora actualmente como voluntaria?
Colaboro en Ourense, con personas sordociegas y con personas sordas en riesgo de exclusión. Las acompaño a la Asociación de Personas Sordas de Ourense (APSOU) para que participen en actividades, se comuniquen, se integren. También salimos a pasear, a la playa, a la piscina… Charlamos, tomamos algo. Es un voluntariado muy cercano: se trata de acompañarlas, de animarlas, de que se sientan bien.
¿Qué es lo que más le gusta de su labor voluntaria? ¿Qué ha aprendido?
Me encanta trabajar con personas sordociegas. Antes de empezar no sabía cómo comunicarme con ellas, no conocía el dactilológico en palma ni las adaptaciones que necesitaban. Gracias a ellas he aprendido muchísimo. Me han enseñado a comunicarme de otra manera, y también sé que mi apoyo contribuye a que se sientan mejor, con más autoestima.
¿Cree que haber tenido una discapacidad ha dificultado su participación como voluntaria?
Para mí no ha sido difícil en absoluto. Al contrario, me ha resultado fácil ayudar según las necesidades de cada persona.
Acompañar, escuchar, animar… a veces un paseo o una conversación puede cambiarle el día a alguien. Eso es lo que más me llena
¿Cuál diría que es el mayor reto al que se ha enfrentado como voluntaria?
Lo más complicado es aumentar el número de personas voluntarias. Aquí en Ourense somos pocos. A veces, si no puedo yo y tampoco pueden otros compañeros, algunas personas beneficiarias se quedan solas, sin poder interactuar ni salir. Eso es muy triste. Es fundamental que haya más personas voluntarias, y que mantengan el compromiso.
¿Cree que a la sociedad le falta empatía hacia las personas con discapacidad? ¿Percibe muchos estereotipos?
Sí, pienso que hay una falta de empatía muy grande. Muchas veces la sociedad no se pone en el lugar del otro, y se limita a etiquetar. Eso hace que muchas personas con discapacidad pierdan autoestima. Recuerdo una noticia sobre una persona con parálisis cerebral que sufrió acoso. Eso demuestra que hay personas que no han aprendido a empatizar y hasta se burlan. Es necesario apoyar a las personas, unirse, aprender entre todos.
¿Qué le ha aportado su experiencia como persona con discapacidad en el contexto del voluntariado?
Ha sido una experiencia maravillosa. Me ha hecho aprender muchas cosas: cómo comunicarme con personas sordociegas, cómo adaptar los apoyos a cada situación. Y también creo que puedo sensibilizar a otras personas para que se animen a ser voluntarias. Las personas beneficiarias necesitan apoyo, y gracias al voluntariado es posible organizar encuentros inclusivos y accesibles para todos.
El voluntariado es maravilloso. Animo a todas las personas con discapacidad a participar, seguro que todo irá bien
¿Qué considera imprescindible para mejorar la inclusión y los apoyos, especialmente en relación con la comunicación?
Lo más necesario es que se garantice la comunicación en lengua de signos. Si una persona sorda está en una residencia o en un centro de atención, y nadie sabe lengua de signos, ¿cómo se comunica? Si no puede interactuar con nadie, acaba perdiendo autoestima. Es imprescindible que el entorno esté preparado para comunicarse en LSE.
Y para terminar, ¿Qué consejo daría a otras personas con discapacidad que se plantean ser voluntarias, pero tienen dudas o miedo?
Que se animen. Que pidan información, que conozcan bien el servicio. Estoy segura de que, una vez participen, todo saldrá bien. El voluntariado es maravilloso. Lo recomiendo sin dudar.