Empoderando a las mujeres con discapacidad

Pilar Ramiro
Pilar Ramiro

Creemos que el empoderamiento de una mujer con discapacidad es muy positivo para el conjunto de las mujeres, un activo para el feminismo en su lucha por la igualdad y un primer paso para la incorporación de las mujeres con discapacidad y sus necesidades, más allá de la ley de dependencia, al ideario feminista.

El dia 8 de marzo celebramos el “Día Internacional de la Mujer”  y, una vez más, se constata que ese día debe seguir siendo un día de no celebración, sino de reivindicación y lucha, puesto que todavía en pleno siglo XXI la sociedad, profundamente machista, sigue tratando de forma desigual a mujeres y hombres.

Nuevamente, y solo por un día, somos conscientes de la discriminación que sufren las mujeres solo por el hecho de ser mujeres; la brecha salarial, el acceso a cargos directivos, la participación en la vida política, el reparto de las responsabilidades familiares y del cuidado y, la conciliación entre vida privada y pública, siguen siendo barreras infranqueables para la igualad.

La Convención de Naciones Unidas sobre los derechos de las Personas con Discapacidad, en su artículo 6, reconoce que las “las mujeres y niñas con discapacidad están sujetas a múltiples formas de discriminación y, a ese respecto, adoptarán medidas para asegurar que puedan disfrutar plenamente y en igualdad de condiciones de todos los derechos humanos y libertades fundamentales”. 

Asimismo, la Convención de Naciones Unidas sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, afirma, a través de su artículo 3 que “se deben tomar en todas las esferas, y en particular en las esferas política, social, económica y cultural todas las medidas apropiadas, incluso de carácter legislativo, para asegurar el pleno desarrollo y adelanto de la mujer con el objeto de garantizarle el ejercicio y el goce de los derechos humanos y las libertades fundamentales en igualdad de condiciones de igualdad con el hombre.”

Las mujeres con discapacidad, -un colectivo que asciende al 16% de la población femenina en general y al 60% de la población de personas con discapacidad-, se encuentran en una situación de profunda invisibilidad e incomprensión en la vida pública y no se reconocen sus necesidades e intereses ni por los poderes públicos, ni en los movimientos de mujeres, ni tampoco en los de las personas con discapacidad.

El movimiento de mujeres con discapacidad es todavía incipiente, por Io que apenas existen asociaciones específicas de mujeres con discapacidad desde las que poder ejercer su derecho a la libertad de opinión y de expresión sobre los asuntos que les atañen directamente, tanto a nivel nacional como europeo e internacional, circunstancia agravada por el hecho de que tampoco los movimientos feministas brindan espacios para su participación, al no reconocerlas como parte del movimiento.

Esta falta de reconocimiento ha llevado al movimiento feminista a cuestionar la propuesta del Gobierno en funciones, consistente en que una mujer con discapacidad sea candidata a formar parte del grupo de expertas independientes que constituyen el comité CEDAW [Convención para la Eliminación de la Discriminación de la Mujer).

Se atreven, feministas tan reconocidas como Beatriz Gimeno, a tacharla de antiabortista y del PP con un discurso descalificador que se basa exclusivamente en un profundo desconocimiento de Ia trayectoria de una mujer activista del feminismo y Ia discapacidad, reconocida internacionalmente, que forma parte en la actualidad del Comité de Naciones Unidas para el seguimiento del cumplimiento de la Convención de Derechos de las personas con discapacidad y fue, en su momento, miembro del Lobby Europeo de Mujeres, entre otros muchos cargos de empoderamiento de las mujeres.

El movimiento de mujeres solo la valora por su trayectoria como persona con discapacidad, sin reconocer sus aportaciones al debate feminista sobre temas tan importantes como el aborto eugenésico, la esterilización forzada o la doble vulnerabilidad de las mujeres incapacitadas jurídicamente ante la violación y el abuso.

Considerarla persona antiabortista por defender ante el Ex-Ministro Ruiz Gallardón, la necesidad de suprimir los plazos para la interrupción del embarazo, diferentes y discriminatorios ante la posible discapacidad del feto, es tan injustificado como considerar su afiliación política por ser propuesta por el gobierno en funciones, olvidando, por ejemplo, que para el cargo que ocupa en el Comité de Naciones Unidas fue propuesta por un gobierno socialista.

Creemos que el empoderamiento de una mujer con discapacidad es muy positivo para el conjunto de las mujeres, un activo para el feminismo en su lucha por la igualdad, y un primer paso para Ia incorporación de las mujeres con discapacidad y sus necesidades, más allá de la ley de dependencia, al ideario feminista.

Reflexionar sobre estas pequeñas consideraciones nos puede ayudar a entender que las mujeres con discapacidad son ante todo mujeres, empeñadas en la tarea de conseguir esa igualdad que todas reclamamos cada 8 de marzo.

Artículo publicado en la Revista Pintadera, marzo 2016