Para las mujeres y niñas en toda su diversidad: derechos, igualdad y empoderamiento

Imagen de Noelia López
Imagen de Noelia López

Como mujer con parálisis cerebral desde mi nacimiento, he enfrentado desafíos que han forjado mi convicción en la importancia de los derechos, la igualdad y el empoderamiento para todas las mujeres y niñas en su diversidad. En una fría noche de enero, en un pequeño pueblo llamado Latre del pirineo aragonés, rodeado de montañas y verdes campos nací yo, Noelia. No vine al mundo en un hospital, sino en mi propio hogar, rodeada del calor de mi familia y el esfuerzo de mi madre. Sin embargo, mis primeros meses de vida estuvieron en vilo por una meningitis que provocó una Parálisis Cerebral infantil.  Mi frágil salud preocupaba a todos, y cada día era una lucha por salir adelante.

A pesar de los desafíos, crecí con un carácter alegre y una gran pasión por la vida. Desde muy pequeña, sentía curiosidad por el mundo que me rodeaba. 
Juntas explorábamos historias que nos llevaban a lugares lejanos y mágicos, y mí pasión por la lectura, la que me transportaba a sitios imaginarios. y mi hermano a jugar. 
 
Aunque no me movía y tenía dolores en la cadera jugaba con más esfuerzo con los vecinos, nunca me rendí. Mi familia, con sobreprotección y amor, me brindó las herramientas sin darse cuenta para que pudiera aprender y crecer con independencia.

Los días en Latre estaban llenos de risas y juegos, aunque no me aceptaron en la escuela por no ser “normal”. Disfrutaba cada momento, pero también notaba que había barreras que me separaban del resto. No eran solo escalones o calles empedradas, sino también miradas de duda y palabras de lástima. En lugar de desanimarme, inconscientemente decidí que mi misión sería demostrar que las personas con discapacidad podíamos lograr cualquier cosa.

Gracias a Lola, fui la primera alumna en España en cursar la EGB a través del CENEBAD (Centro Nacional de Educación Básica a Distancia). Desde pequeña, comprendí que la sociedad no siempre está preparada para aceptar la diversidad. Sin embargo, gracias al apoyo incondicional de mi familia y a mi firme determinación, me propuse demostrar que una discapacidad no define nuestras capacidades ni limita nuestros sueños. En ASPACE Huesca terminé la educación reglada en el aula de educación especial y comprendí la clave de la educación inclusiva. 

Por motivos de accesibilidad física, cursé el Bachillerato, en la antigua Universidad Laboral a  5km de Huesca, no había ningún centro formativo que no estuviera lleno de grandes escalinatas. No había ningún transporte adaptado, pero gracias a la resiliencia, conseguí que la ambulancia de la Cruz Roja me llevara o la furgoneta de los profesores.

Más tarde, decidí estudiar Derecho en Zaragoza. No fue fácil: dos veces por semana, mi padre me trasladaba a la universidad porque el transporte adaptado era inexistente. Pero nunca me detuve. Cada examen aprobado, cada clase atendida, era una victoria. 

Con el tiempo, obtuve un máster en Madrid, gracias a Fundación ONCE y me convertí en una profesional comprometida con la defensa de los derechos de las personas con discapacidad. Madrid se convirtió en mi nuevo hogar, donde trabajaba incansablemente por la inclusión social Y CONSEGUIR mi vida independiente.

Trabajar en la Fundación ONCE e ILUNION me ha permitido contribuir activamente a la integración laboral de personas con discapacidad. Creo firmemente que el empleo digno es la clave para la normalización y la plena participación en la sociedad. Cada persona, independientemente de sus capacidades, tiene derecho a desarrollarse profesionalmente y a ser reconocida por su talento y esfuerzo.

A lo largo de mi trayectoria, he aprendido que las barreras más difíciles de superar no son las físicas, sino las mentales y comunicativas. La falta de información y los prejuicios son obstáculos que debemos derribar para construir una sociedad verdaderamente inclusiva. Es fundamental educar y sensibilizar a la población sobre la diversidad y el valor que cada individuo aporta. Y así, con mi lema "si yo quiero, puedo", seguí abriendo caminos, inspirando a otros a creer en sí mismos y a luchar por un mundo más justo e inclusivo.

Mi experiencia personal me ha enseñado que el empoderamiento comienza desde uno mismo. Al aceptar y valorar nuestra propia identidad, podemos inspirar a otras mujeres y niñas a hacer lo mismo. Es esencial que nos apoyemos mutuamente,  promover la sororidad y compartamos nuestras historias y luchemos juntas por nuestros derechos. Me formé como Coach para que la escucha activa sirva a otras mujeres y niñas a conseguir sus objetivos.

 A lo largo de mi vida, enfrenté muchas barreras, pero supe que las más difíciles de superar eran las que existían en la mente de las personas. Con valentía y perseverancia, demostré que la discapacidad no define a una persona, sino su determinación y espíritu.

En este camino hacia la igualdad, es vital reconocer y celebrar la diversidad en todas sus formas. Cada mujer y niña tiene una historia única, y es esa diversidad la que enriquece nuestra sociedad. Al unir nuestras voces y esfuerzos, podemos lograr un mundo donde todas tengamos las mismas oportunidades y seamos valoradas por quienes somos.

Mi compromiso es seguir trabajando por una sociedad más justa e inclusiva, donde la diversidad sea vista como una fortaleza y donde cada mujer y niña pueda alcanzar su máximo potencial sin restricciones ni discriminaciones. Juntas, podemos construir un futuro donde la igualdad y el empoderamiento sean una realidad para todas.

En la actualidad, entre otras cosas, desde la Fundación CERMI MUJERES, sigo luchando para que las mujeres y niñas con discapacidad tengamos un mundo en el que no haya que levantar la mano para reivindicar nuestros Derechos Humanos.