Ana Peláez Narváez: «Este premio no lo recibo ni lo quiero recibir en nombre propio, es un premio de muchas manos, de muchos sueños y de muchas historias de vida y valentía»

Es un premio que merecen las mujeres y niñas con discapacidad, y las madres de hijos e hijas con discapacidad | Ana Peláez, Premio Nacional de Discapacidad
Imagen de Ana Peláez en el discurso del Premio Nacional de Discapacidad
Imagen de Ana Peláez en el discurso del Premio Nacional de Discapacidad

Es un premio que merecen las mujeres y niñas con discapacidad, y las madres de hijos e hijas con discapacidad - Ana Peláez, Premio Nacional de Discapacidad

Majestad, autoridades, representantes de instituciones y organizaciones de la discapacidad, personas premiadas, amigos y amigas:

Es un honor y una gran responsabilidad tomar la palabra en nombre de quienes hoy hemos sido reconocidos con los Premios Nacionales de Discapacidad Reina Letizia. Este galardón no solo nos llena de orgullo, también nos recuerda que cada paso que damos hacia una sociedad más justa, más inclusiva y más igualitaria ha sido fruto del esfuerzo colectivo, del compromiso firme y del convencimiento profundo de que los derechos de las personas con discapacidad son derechos humanos y, por tanto, derechos irrenunciables.

Nos encontramos a las puertas de una fecha significativa. En 2026 se cumplirán 20 años de la aprobación por la Asamblea General de las Naciones Unidas de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Este hecho fue y sigue siendo un hito histórico que representa un cambio profundo en el paradigma y en la forma de considerarnos a las personas con discapacidad, de respetar nuestros derechos y de reconocer nuestras contribuciones como parte de la gran familia humana.

La reciente reforma del artículo 49 de la Constitución española es un claro referente de este cambio paradigmático. Pasar de la mirada asistencialista, médica y rehabilitadora de las personas con discapacidad a otra basada en el respeto de nuestra dignidad, de nuestra diferencia y de nuestra autonomía individual, incluyendo el derecho a tomar nuestras propias decisiones; pasar de la institucionalización a la vida en comunidad y a una plena participación en la vida social, económica, cultural y política; pasar de la integración a la inclusión sin reservas.

Sin embargo, a pesar de los avances logrados en estas dos décadas, es cierto que el camino aún es largo, y mucho más para las mujeres y niñas con discapacidad y para las madres de hijos e hijas con discapacidad. Hoy asistimos con verdadera preocupación a desafíos que amenazan con debilitar estos logros que tanto ha costado conseguir. Retrocesos normativos que excluyen la inclusión, la diversidad y la igualdad; barreras persistentes; discursos de odio; intolerancia; negacionismos injustificados de la violencia de género, de la igualdad y de la inclusión, y una brecha profunda de oportunidades que se amplía en contextos de crisis y que con demasiada frecuencia tiene rostro de mujer, y aún más, de mujer con discapacidad.

Todo esto nos recuerda que los derechos no son conquistas definitivas, sino compromisos que deben reafirmarse cada día para hacerlos efectivos.

Desde esta Salamanca que siento como tierra propia, estos premios adquieren un valor especial porque no solo reconocen trayectorias o buenas prácticas, sino que renuevan alianzas: alianzas entre quienes creemos en una sociedad que no deja a nadie atrás; una sociedad en la que las personas con discapacidad —hombres, mujeres, niños y niñas, en toda nuestra diversidad— no tengamos que justificar constantemente nuestro lugar, nuestro valor o nuestras capacidades; una sociedad donde se nos respete como somos y donde no tengamos que mendigar nuestros derechos.

A las administraciones públicas les pedimos políticas valientes, comprometidas y transformadoras, con recursos reales, efectivos y necesarios, que miren al futuro con ambición y justicia social. Y a la sociedad, que no se quede en la empatía, que avance hacia una justicia social efectiva.

A quienes hoy hemos sido premiados, que sigamos siendo voz, puente y testimonio activo en todos los espacios donde se decide, se transforma la vida y se construye el futuro que deseamos.

Gracias, Majestad, por su cercanía y su compromiso con esta causa que nos une. Gracias al jurado, al Real Patronato sobre Discapacidad y a todas las entidades que hacen posible estos premios. Gracias también a quienes han luchado antes que nosotros, a quienes luchan hoy y a quienes lo harán en el futuro, desde cualquier rincón y en cualquier posición.

Gracias también a quienes nos apoyan, nos respaldan y nos acompañan en esta causa necesaria. En mi caso, quiero agradecer a la ONCE su acompañamiento siempre, al CERMI por su respaldo fundamental y, por supuesto, a mi familia, a Juan y a Irati, que aunque hoy no están aquí, seguro nos están viendo.

"Este premio no lo recibo ni lo quiero recibir en nombre propio. Es un premio que merecen las mujeres y niñas con discapacidad, y las madres de hijos e hijas con discapacidad. Es un premio de muchas manos, de muchos sueños y de muchas historias de vida y valentía" - Ana Peláez Narváez

Que sea también una promesa para todas esas mujeres y niñas con discapacidad: una promesa de un futuro mejor.

Gracias, Majestad.

Imagen de Ana Peláez y Pilar Villarino junto a su Majestad la Reina Letizia