El EYE 2025 ha sido una lección de ciudadanía, de diversidad y de esperanza

Ojalá más jóvenes con discapacidad tengan la oportunidad de vivir algo así. Porque cuando participamos, transformamos. Y porque Europa, y el mundo, necesita escucharnos, vernos y, sobre todo, incluirnos

 

Imagen de Marina Gaspar Erburu
Imagen de Marina Gaspar Erburu

Hace unos días tuve la oportunidad de participar en el Europe Youth Event 2025 (EYE 2025), celebrado en el Parlamento Europeo en Estrasburgo, Francia, como parte de la delegación organizada por la Comisión de Juventud con Discapacidad del CERMI Estatal. Fui en representación de ADEE, y todavía me cuesta encontrar las palabras para describir todo lo vivido. Esta experiencia ha sido profundamente transformadora, tanto a nivel personal como profesional, y quiero compartirla porque estoy convencida de que necesitamos seguir abriendo espacios de representación real y efectiva para los jóvenes con discapacidad.

Desde el primer momento, lo que más me emocionó fue sentirme parte de algo grande. Éramos miles de jóvenes europeos reunidos para reflexionar, debatir y proponer soluciones a los grandes retos de nuestro tiempo. Pero para mí y mis compañeros, este evento también fue una oportunidad única para visibilizar nuestras realidades y reivindicar un espacio que aún nos cuesta demasiado ocupar: el de la plena participación en la sociedad, sin barreras.

Como médica residente, suelo moverme en entornos marcados por la ciencia, la asistencia sanitaria y la atención a las personas. Pero en Estrasburgo me vi defendiendo no solo mis ideas profesionales, sino también mis vivencias personales como mujer joven con discapacidad. Fue un ejercicio de reflexión y empoderamiento que me recordó por qué es tan importante que estemos presentes en todos los foros, en todas las mesas, en todas las decisiones. Porque nadie puede hablar por nosotras mejor que nosotras mismas.

Durante el EYE 2025 participamos en talleres y debates sobre accesibilidad, salud mental, empleo, educación, derechos humanos… Y lo hicimos desde un enfoque activo, propositivo y con muchas ganas de cambiar las cosas. No fuimos a ocupar un espacio simbólico, fuimos a alzar la voz, a construir puentes, a recordarle a Europa que la juventud con discapacidad no solo existe, sino que tiene mucho que aportar. Y lo hicimos desde la experiencia directa, con propuestas realistas y urgentes. Porque la discapacidad no es solo una cuestión de empatía: es una cuestión de derechos, de justicia, de políticas públicas que funcionen y lleguen a todas las personas.

Pero más allá de los discursos, me quedo con algo profundamente humano: el equipo. Un grupo de jóvenes entre 19 y 30 años, venidos de todos los rincones de España, con discapacidades muy distintas (auditiva, visual, psicosocial y física), y una energía común que nos hizo conectar de inmediato. A pesar de nuestras diferencias, compartimos sueños, luchas y mucho sentido del humor. En poco tiempo creamos una comunidad, un espacio seguro y cálido donde cada quien podía expresarse sin miedo, con libertad y con alegría.

Nos apoyamos mutuamente durante los trayectos, en los debates en inglés, en los momentos de cansancio. Nos reímos, lloramos, debatimos y bailamos. Fue una convivencia intensa, pero profundamente enriquecedora. Creo que todos volvimos un poco más grandes, más seguros, más conscientes del valor de lo colectivo. Porque cuando te rodeas de personas que entienden lo que significa vivir con barreras, y aun así seguir adelante, todo cobra un nuevo sentido.

Ahora que he vuelto, sigo procesando todo lo vivido. Me llevo una red de afectos, una motivación renovada para seguir trabajando por una sociedad más justa, y la certeza de que el futuro solo puede construirse con todas las voces, especialmente aquellas que durante demasiado tiempo han sido ignoradas.

El EYE 2025 ha sido una lección de ciudadanía, de diversidad y de esperanza. Ojalá más jóvenes con discapacidad tengan la oportunidad de vivir algo así. Porque cuando participamos, transformamos. Y porque Europa, y el mundo, necesita escucharnos, vernos y, sobre todo, incluirnos.

Imagen de la Delegación del CERMI ante del Parlamento Europeo, en su sede de Estrasburgo, Francia, con Marina Gaspar Erburu (segunda a la izquierda, primera fila)
Imagen de la Delegación del CERMI ante del Parlamento Europeo, en su sede de Estrasburgo, Francia, con Marina Gaspar Erburu (segunda a la izquierda, primera fila)