Una cuidadora, dos vidas

Miles de mujeres dedican sus vidas al cuidado de personas dependientes, enfrentando sacrificios personales y profesionales. A pesar de la invisibilidad de su labor, estas cuidadoras lidian diariamente con problemas de salud complejos, manteniendo una entrega total y constante. Ahora, con un plan estratégico de cambio en el modelo de cuidados sobre la mesa, buscan ser escuchadas y obtener el reconocimiento y apoyo que merecen.

Son muchas, la mayoría mujeres. Han sembrado su vida de renuncias personales y profesionales para cuidar a los que aman, que son grandes dependientes. Con frecuencia, a la discapacidad se unen problemas de salud que requieren vigilancia constante, conocimientos de respiradores, gestión de crisis o sondas gástricas. 

Es un trabajo sin tregua, todos los días, a todas horas. Un trabajo para toda su vida o para toda la vida de la persona a su cargo. Un trabajo invisibilizado. Se las toma por amas de casa, sin más. Pero hay mucho más tras un entrega completa al otro, aunque el amor nutra y el sentirse necesario otorgue fuerzas. Hay esfuerzo, hay dolor, hay empobrecimiento, y apenas tiempo para que se cuiden a ellas mismas.

Son muchas, la mayoría mujeres. Han sembrado su vida de renuncias personales y profesionales para cuidar a los que aman, que son grandes dependientes. Con frecuencia, a la discapacidad se unen problemas de salud que requieren vigilancia constante, conocimientos de respiradores, gestión de crisis o sondas gástricas. 

Ahora, que hay un plan estratégico para cambiar el modelo de cuidados y una renovación del sistema de dependencia sobre la mesa, se están organizando. Tienen pocas ayudas, muchas veces incompatibles entre sí. Quieren ser escuchadas, quieren que se tomen en cuenta sus necesidades. Y merecen que les prestemos atención. Como ellas mismas claman: "Una cuidadora, dos vidas".

El mundo de la discapacidad es enorme, complejo y repleto de distintas realidades y necesidades, tantas como personas lo componen. Nada tiene que ver lo que precisa una persona con resto visual con otra que se desplaza en silla de ruedas por una lesión medular o aquella que tiene autismo, fuerte como un toro y problemas conductuales. En la búsqueda de las mejores soluciones, es de recibo todos los colectivos sean atendidos. También lo es que esos colectivos se escuchen los unos a los otros, porque la verdadera pelea es que las distintas soluciones sumen, se apilen, nunca que compitan entre ellas y enfrenten a aquellos que las necesitan. 

 

Artículo de opinión de Melisa Tuya, redactora jefa de '20minutos'.

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