Entrevista
Teresa Lajarín, presidenta del Consejo Territorial de la ONCE y secretaria general del CERMI en la Región de Murcia

“En el tema de género, piensas… bueno yo estudié, yo tengo un trabajo pero algo pasa y no sabes qué es y tienes que descubrirlo”


Teresa Lajarín, presidenta de la Comisión de la Mujer del CERMI Región de Murcia, además de presidenta del Consejo Territorial de la ONCE y secretaria general del mismo CERMI autonómico, reconoce que entró en el mundo asociativo de la discapacidad de golpe. Cuando terminó sus estudios de trabajo social pensaba que era una miope con mala calidad de visión, tal y como le había dicho siempre su oftalmólogo.
Teresa Lajarín, presidenta de la Comisión de la Mujer de CERMI Región de Murcia
Teresa Lajar�n, presidenta de la Comisi�n de la Mujer de CERMI Regi�n de Murcia

Teresa Lajarín, presidenta de la Comisión de la Mujer de CERMI Región de MurciaFue una compañera de facultad, que había realizado las prácticas en la ONCE, la que le recomendó utilizar un aparato “que hacía que el ordenador hablara”. En ese momento, se dio cuenta de que tenía una discapacidad visual y a raíz de esto se reinventó como mujer y como profesional. Aquellas cosas que creía que eran simples manías, en realidad no eran manías, ni sus asumidas torpezas eran realmente torpezas. Había una razón objetiva que le impedía ver la pizarra, los letreros de los autobuses, los tablones de anuncios.


Desde entonces hasta ahora Teresa Lajarín ha desarrollado una imparable carrera en el ámbito de la discapacidad y en la actualidad es presidenta del Consejo Territorial de la ONCE en la Región de Murcia y secretaria general del CERMI en esa comunidad autónoma

 

¿Por qué comienzas a preocuparte por el tema de la desigualdad de género en el ámbito de la discapacidad? 

 

Me acerco a este tema porque es una cuestión de justicia, además llevo el trabajo social en mi ADN. Si queremos una sociedad plural en la que quepamos todas y todos, no es lógico que una parte importantísima de las personas que conformamos esta sociedad estemos al margen por ser mujeres. Esto no tiene ningún sentido. 

 

Así, cuando asumo responsabilidades en el Consejo General de la ONCE encontré a una maestra que me hizo revisar, analizar y valorar muchas cosas. Esa maestra se llama Ana Peláez. Comencé a ver situaciones de discriminación que hasta ese momento habían pasado desapercibidas para mí porque me parecían normales, las tenía totalmente naturalizadas. Yo no me di cuenta hasta que Ana me abrió los ojos. Lo mismo me ocurrió con mis jaquecas. Durante mucho tiempo pensé que todo el mundo tenía jaqueca hasta que entendí que no, que no era así, que mis jaquecas eran producto de mi discapacidad visual porque iba mal corregida, porque no llevaba los filtros… por muchas cosas. 

 

En el tema de género, piensas… bueno yo estudié, yo tengo un trabajo pero algo pasa y no sabes qué es y tienes que descubrirlo. Por ejemplo, en el movimiento asociativo, la inmensa mayoría de las presidencias de las organizaciones están en manos de hombres, mientras que las mujeres se atascan en los niveles técnicos, no llegan fácilmente a puestos de responsabilidad y eso no es normal. 

“Nos seguimos encontrando con esa separación de  'cosas de chicas y cosas de chicos' y siempre las mujeres en un plano de subordinación, de inferioridad”

Nos queda muchísimo por hacer a nivel interno. Primero las mujeres tenemos que ser conscientes de quiénes somos y cómo nos construimos. Nos seguimos encontrando con esa separación de “cosas de chicas y cosas de chicos” y siempre las mujeres en un plano de subordinación, de inferioridad. 

 

En cuanto al movimiento asociativo de personas con discapacidad el discurso no ha calado. Como la discriminación hacia las mujeres es algo políticamente muy incorrecto, hay ciertas formas que han cambiado, pero sigue habiendo una discriminación latente que hace mucho más daño, y eso es algo que me preocupa porque ya nadie te va a decir que por ser mujer no vas a entrar a formar parte de una junta, pero luego, cuando se reparte el poder, las mujeres seguimos quedándonos como vocales y no asumimos las presidencias o las vicepresidencias. O se asumen vicepresidencias en temas sociales porque se supone que somos muy sociales. Y hay mujeres muy preparadas en cuestiones económicas, por ejemplo, o en recursos humanos. Es otra vez un reparto sexual del trabajo. Todo esto me parece muy peligroso porque se sigue discriminando. 

 

Por otro lado creo que tenemos que ser mucho más visibles en la sociedad, porque no se nos ve. Se ha avanzado mucho pero sin embargo nunca se piensa en las necesidades de las mujeres con discapacidad. La discapacidad se sigue interpretando en clave masculina. En la agenda se sigue hablando de acceso a servicios, a recursos y sería bueno saber cuántas mujeres acceden a esas viviendas de vida independiente o por qué en la agenda no se incluyen los servicios de ginecología y obstetricia.     

“Como la discriminación hacia las mujeres es algo políticamente muy incorrecto hay ciertas formas que han cambiado, pero sigue habiendo una discriminación latente que hace mucho más daño y eso es algo que me preocupa mucho, porque ya nadie te va a decir que por ser mujer no vas a entrar a formar parte de una junta, pero luego, cuando se reparte el poder, las mujeres seguimos quedándonos como vocales y no asumimos las presidencias o las vicepresidencias”

 

Eres trabajadora social. ¿Qué formación habías recibido sobre discapacidad y género en la  facultad de trabajo social?

 

Ninguna. Es un tema que no se trataba para nada. Y es algo en lo que insisto porque hay una contradicción, ya que existe un volumen importante de profesionales de trabajo social que encuentran un nicho profesional en las organizaciones que componen el tejido asociativo de la discapacidad. Lo cierto es que se estudiaba el tema muy de pasada, la LISMI, por ejemplo, pero no había un acercamiento al tema de la tención a las personas con discapacidad. 

 

Y lo mismo puedo decir sobre las cuestiones de género. Cuando estudié era algo que simplemente no existía. Lo poco que había era siempre externo y en la Universidad, cuando se hablaba de feminismo, era con una etiqueta negativa, la famosa expresión “ya están aquí las feministas hablando de…” aparecía cuando nos quejábamos de que los delegados siempre eran chicos o cuando reivindicábamos mayor presencia de las mujeres en la vida universitaria. Pero formación reglada con enfoque de género no existía. Y mucho menos se trataba la discapacidad y el género como realidades conectadas. 

 

Eres presidenta de la Comisión de la Mujer del CERMI Región de Murcia. ¿Qué iniciativas tenéis actualmente entre manos?   

 

La Comisión de la Mujer del CERMI Región de Murcia es, por así decirlo, joven, ya que llevamos poco tiempo trabajando como tal y, además, as mujeres que participan en ella están sobrecargadas. Tenemos que sacar un disfraz de 'superwoman' para implicarnos en todo, pero es eso, un disfraz, porque en realidad no somos supermujeres y esto tiene un desgaste personal importante. 

 

Nuestro plan para el año que viene es conseguir que el tema de la desigualdad de género siga goteando en las organizaciones de la discapacidad y que no sea considerado solamente como “una cosa de mujeres”. 

 

Nos gustaría incluir en la agenda del propio CERMI propuestas de la Comisión de la Mujer. Precisamente, acabamos de terminar un documento sobre las necesidades en los servicios de ginecología y obstetricia. En Murcia no hay ninguna consulta accesible. En el hospital de La Arrixaca las mujeres con discapacidad en silla de ruedas tienen que seguir pesándose en la báscula de la ropa. No hay mamógrafos accesibles ni camillas exploratorias regulables. 

 “En Murcia no hay ninguna consulta ginecológica accesible. En el hospital de La Arrixaca las mujeres con discapacidad en silla de ruedas tienen que seguir pesándose en la báscula de la ropa. No hay mamógrafos accesibles ni camillas exploratorias regulables”

Un tema importante es la formación de las y los profesionales de los centros de atención de mujeres víctimas de violencia de género. Hay que garantizar que se formen también en nuestras cuestiones y que los materiales de formación que se empleen en los cursos incluyan los enfoques de discapacidad y de género. En la misma línea, la Dirección de la Mujer ha puesto a nuestra disposición cursos centrados en cuestiones de género. Esto es algo que hay que empezar a hacer, pero incluyendo de la misma manera ese enfoque de discapacidad tan necesario.   

 

Y claro también tenemos la revisión del protocolo de atención a víctimas de violencia de género cuyo objetivo fundamental es que se tenga en cuenta la específica situación de las mujeres con discapacidad y garantizar la plena accesibilidad de los servicios. Otra cuestión clave que nos preocupa es que las y los profesionales involucrados en este ámbito cuenten con la colaboración del tejido asociativo de la discapacidad porque tenemos servicios, experiencia y conocimientos muy especializados que pueden ser de gran utilidad en estos casos. 

 

En esta tarea contamos con la complicidad de la nueva directora general de Mujer del gobierno de Murcia, que ha estado muy vinculada al mundo de la discapacidad, y con la actual consejera de Familia e Igualdad, que ha sido gerente de FEAPS durante muchos años, y que  además, en el mandato pasado, ejercía la presidenta de la Comisión de Discapacidad de la Asamblea.

 

En este sentido, en las celebraciones y eventos institucionales del 8 de marzo y del 25 de noviembre las mujeres con discapacidad siempre hemos tenido presencia en los últimos años. En la Región de Murcia no hay Instituto de la Mujer, pero al menos esta Dirección de Mujer puede servir para encauzar el trabajo que queda pendiente de realizar.   

 

Para finalizar, ¿qué mensaje trasladarías a las mujeres con discapacidad?

 

Hay una canción que me gusta muchísimo de 'Bebe' y, aunque no me acuerdo exactamente de la frase, viene a decir algo así como “vuelve a sonreír, que el mundo está hecho para ti, sonríe e intenta llegar al cielo sin importarte lo lejos que esté del suelo”. 

 

A veces, los límites y los  miedos nos los ponemos nosotras mismas, por eso hace falta soñar sin límites. Las mujeres con discapacidad tenemos que imaginarnos a lo grande. ¿Por qué no? 

 

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