Los expertos coinciden en que la forma de violencia que más se identifica en las mujeres con discapacidad es la violencia psicológica, relacionada con la discriminación y la falta de reconocimiento de los derechos fundamentales, favorecida por la falta de credibilidad que se da de sus denuncias.
“Son mujeres que no se pueden defender, hay casos que para aislarlas lo tienen tan fácil como mantener desenchufadas las sillas de motor y así no pueden salir; hay muchas formas más antes de llegar al maltrato físico, son personas que dependen de sus cuidadores o de sus parejas”. Y vemos cómo en casos como el de la mujer que vivía en Puente de Vallecas, en Madrid –gran dependiente con esclerosis múltiple–, a quien su marido no socorrió ni suministró su medicación durante esos cinco días, “ha bastado con no hacer nada por atenderla y con esa falta de atención y de omisión de socorro ha sido suficiente para llegar al máximo nivel de maltrato”.
“Este caso ilustra la situación de las mujeres con discapacidad; ese no hacer nada caracteriza la violencia que se ejerce contra ellas; queda todo muy oculto”, añade.
Sus principales barreras: las dificultades para acceder a los recursos especializados, problemas de comunicación, falta o poca credibilidad que tienen sus testimonios, miedo a perder a su agresor del que, en muchas ocasiones, dependen para la realización de actividades básicas de la vida diaria y dificultades para defenderse físicamente.
Además, tienen más problemas para identificar la violencia que están sufriendo e incluso normalizan las conductas de abuso y sumisión por su vulnerabilidad.
“Tiene todas las características generales de la violencia machista, el desprecio a las mujeres por serlo, pero en el caso de las mujeres con discapacidad el maltratador se prevale de esa situación y utiliza otros mecanismos para ejercer esa violencia en una sociedad que suele considerar al hombre que está con la mujer con discapacidad como una buena persona”, asevera.
La experta reclama mayor formación en los profesionales que intervienen en el proceso de detección, pero también en los policías, jueces, fiscales y abogados que intervienen en los procedimientos.
Según el último informe realizado por CERMI Mujeres sobre Violencia contra las mujeres con discapacidad a partir de la Macroencuesta de la Delegación de Gobierno contra la violencia de género, el 40,4 % de las mujeres con discapacidad vivió algún tipo de violencia en la pareja frente al 31,9 % de las mujeres sin discapacidad.
El apunte
Más expuestas. “Las mujeres con discapacidad tienen un riesgo 10 puntos porcentuales más alto que el resto de las mujeres a sufrir violencia en todos los tipos, psicológica, física, sexual o económica”, según Caballero. También en mayor proporción han estado expuestas a violencia sexual fuera de la pareja en algún momento de su vida, el 10,3 % frente al 6,2 % de las mujeres sin discapacidad.