El pasado viernes 4 de abril se estrenó en cines españoles la película Sorda, una obra que, desde el primer momento, me emocionó profundamente por la cercanía de sus escenas con la realidad que vivimos muchas personas sordas. La trama sigue a Ángela, una mujer sorda que está esperando una hija con su pareja oyente, Héctor. Durante el embarazo, afloran en ella numerosos temores sobre cómo enfrentará la maternidad y, especialmente, cómo conseguirá comunicarse con su hija. La llegada del bebé desata una crisis en la pareja y pone a prueba la fortaleza de Ángela, quien se ve obligada a afrontar la crianza en un entorno que claramente no está adaptado a sus necesidades. Este largometraje está inspirado en el cortometraje de 2021 del mismo nombre, que ya apuntaba maneras y ahora, en formato largo, consigue aún más profundidad y alcance.
Desde mi experiencia personal como madre y sorda, puedo decir que esta película no solo me emocionó, sino que también me hizo revivir muchas situaciones que, tristemente, son parte de la vida diaria para quienes somos sordos. Una de las escenas que más me impactó fue la del paritorio: un momento que ya de por sí es muy intenso para cualquier mujer, pero que se convierte en una experiencia aún más angustiosa cuando se suman las barreras de comunicación. En la película, las enfermeras y la ginecóloga hablaban todas a la vez, creando una atmósfera caótica e incomprensible para Ángela. Este desorden, este desentendimiento, refleja perfectamente la realidad que enfrentamos muchas personas sordas en los centros médicos.
La falta de formación específica entre el personal sanitario provoca no solo confusión, sino también una sensación de exclusión y discriminación que se repite más veces de las que debería.
Es urgente que todo el personal sanitario reciba una formación adecuada no solo para atender a personas sordas, sino también para comprender las necesidades específicas de todas las personas con discapacidad, ya que no existe una única forma de discapacidad ni una única solución válida para todos.
Otra escena que me tocó especialmente fue cuando Ángela se reúne con un grupo de personas oyentes y se encuentra siendo la única persona sorda en la mesa. Esta es una situación que conozco demasiado bien: cuando las personas oyentes no se esfuerzan por hablar despacio o vocalizar o no utilizan la lengua de signos, automáticamente quedas fuera de la conversación. Cuesta mucho participar de forma activa, se pierde información importante y, sobre todo, se genera una profunda sensación de aislamiento.
Como madre de una niña oyente, también me sentí muy identificada con la escena de la guardería. La velocidad con la que hablan las madres y la ausencia de apoyos adecuados hacen que una se pierda información importante. Estos momentos generan ansiedad y frustración.
Otro ejemplo muy acertado que refleja la película es la experiencia de Ángela en una tienda especializada en audición. En muchas ocasiones, el personal de estos establecimientos no maneja la lengua de signos, habla demasiado rápido o simplemente no sabe cómo interactuar con una persona sorda. Resulta paradójico que, precisamente en espacios dedicados a la audición, nos encontremos con estas barreras tan evidentes.
Uno de los grandes aciertos de Sorda es visibilizar todas estas realidades con sensibilidad y respeto. La película no solo muestra los desafíos, sino que también lanza un mensaje muy necesario sobre la importancia de la lengua de signos, que la sociedad sea inclusiva y además de que todos los profesionales, no solo los sanitarios, estén debidamente formados y sensibilizados.
La maternidad es una experiencia maravillosa, pero también supone muchos retos, especialmente cuando se vive en un entorno que no siempre garantiza la accesibilidad. Es importante recordar que no todas las personas sordas somos iguales: cada una tiene necesidades y experiencias propias.
Además, me gustaría destacar un aspecto muy positivo de esta película: Sorda es la primera producción que es 100 % accesible en España. Cuenta con audio en español, subtítulos en español, audiodescripción y lengua de signos española. Esto es un logro muy importante, porque hasta ahora las personas sordas hemos encontrado muchas barreras para disfrutar del cine, especialmente en las películas nacionales. En los estrenos internacionales suele haber subtítulos en español, pero en el caso de películas españolas o rodadas en español, la ausencia de subtítulos nos impide disfrutar de ellas.
Por ejemplo, a mi hija le encanta ver películas españolas y, aunque me encanta acompañarla, muchas veces me pierdo toda la película. He intentado usar el móvil para leer subtítulos de apoyo, pero no es suficiente. Las personas sordas necesitamos tener las mismas oportunidades que el resto para disfrutar del cine y de la cultura, porque la accesibilidad no debería ser un lujo, sino un derecho.
En definitiva, Sorda no es solo una película; es un espejo en el que muchas personas sordas podemos ver reflejadas nuestras vivencias cotidianas. Es también una llamada de atención para la sociedad y un ejemplo de cómo se pueden hacer las cosas bien.
