¿Cómo ha vivido su elección como Defensora de las Personas con Discapacidad de València?
Para mí ha sido un orgullo enorme. Cuando Luis Vañó, el presidente del CERMI CV, me propuso asumir esta figura, sentí una mezcla de emoción y respeto. Teresa Navarro, mi predecesora, dejó el listón muy alto. Recuerdo perfectamente la última vez que la vi, poco antes de fallecer: me dijo “tiene que haber gente como tú”, y esas palabras se me quedaron grabadas. Esta responsabilidad me ilusiona, aunque también me impone. Pero los retos me gustan, y estoy dispuesta a afrontarlo con todas mis fuerzas.
Del activismo jurídico a la defensa institucional ¿Qué trayectoria la ha llevado hasta aquí?
Estuve como técnica en la Federación ASPACE Comunidad Valenciana de 2010 a 2015. Desde allí entré en contacto con las comisiones del CERMI, especialmente con la Comisión de la Mujer, que llegué a coordinar. Fue una etapa preciosa. Impulsamos mesas redondas sobre mujeres supervivientes de violencia de género, dimos visibilidad a temas como la sexualidad o el derecho al propio cuerpo, que entonces estaban muy silenciados. Luego, por cuestiones laborales, pasé a trabajar como técnica en la Generalitat y tuve que alejarme un poco del movimiento asociativo. Hace algo más de un año, por motivos de salud, volví a acercarme como colaboradora, representando a ASPACE en temas de accesibilidad, en las Cortes, y otras acciones del CERMI CV.
"Teresa Navarro dejó el listón muy alto; fue una mujer excepcional que lo dio todo, y sus palabras me acompañan en este nuevo reto"
Desde su experiencia, ¿Cómo valora los avances en derechos de las personas con discapacidad, especialmente de las mujeres?
Creo que hemos avanzado mucho, sobre todo en el reconocimiento de la violencia específica que sufren las mujeres con discapacidad. Cuando yo empecé, ni se hablaba de ello. Ahora es un tema central. Sin embargo, quedan muchas barreras. La sanidad, por ejemplo. Los protocolos ginecológicos o las mamografías siguen sin adaptarse adecuadamente a mujeres en silla de ruedas. Y eso sin hablar del mundo rural, donde la desigualdad es mucho más acusada.
¿Cómo afronta esta nueva etapa como Defensora? ¿Qué prioridades se marca?
Lo primero es fomentar la cooperación, entre entidades y con la Administración. Quiero que todas las personas con discapacidad sean tratadas como ciudadanas de primera. Me gustaría abordar cuestiones como la accesibilidad en el transporte —en València aún hay que avisar para que te pongan la rampa en algunos metros— y también visibilizar situaciones menos conocidas, como la de las personas con parálisis cerebral. Hay muchas diferencias dentro del colectivo y muchas necesidades específicas: lectura fácil, pictogramas, apoyos para la comunicación… Me propongo escuchar aquello que yo no vea, oír lo que yo no oiga, y entender lo que yo no entienda.
"Quiero que me hagan escuchar lo que yo no oiga, ver lo que yo no vea y entender lo que yo no entienda"
¿Cómo se articulará su trabajo desde el Ayuntamiento? ¿Qué canales podrán usar las personas para dirigirse a usted?
La Defensora es una figura autónoma e independiente, que colabora con la Dirección General de Personas con Discapacidad del Ayuntamiento de València. Yo estaré presente en la sede de Tabacalera dos días a la semana y también se habilitará un correo electrónico y teléfono de contacto directo. Aunque yo tenga mi experiencia como usuaria, quiero que cualquier persona con discapacidad —viva o no en València— sienta que puede dirigirse a mí. Hay muchos temas urgentes, como el de los taxis accesibles, que aquí están bastante peor que en otras ciudades.
¿Qué significaron para usted reconocimientos como el Premio ONCE o el Premio CALCSICOVA?
Me sorprendieron muchísimo. Fueron nominaciones que ni esperaba. Me sentí muy orgullosa, claro, pero yo no trabajo para recibir premios, sino porque me nace de dentro. Me mueve la necesidad de visibilizar realidades y de actuar con otras personas. Que esa labor se reconozca, emociona, porque confirma que ha tenido sentido.
Y más allá de su perfil profesional y activista… ¿Cómo es Gemma Mas?
Soy una mujer a la que le encanta la vida. Me gusta lo que tengo, lo que he conseguido y lo que he luchado por lograrlo. Amo el campo, vivo junto a la huerta de València y paseo por ella con frecuencia. Me apasiona leer —el año pasado estuve en una firma de libros de Dolores Redondo que me encantó— y me fascina la música. Hace dos años descubrí el coro Vozncolor, donde canto canciones en distintos idiomas, incluido el portugués y, en ocasiones, en español. Me encanta ese espacio de conexión, y es parte de mi vida personal, que quiero cuidar mucho. También soy animalista, defiendo a los perros con todo el corazón. Mi pareja, mis perros, el coro, el campo… son esenciales para mí. Y quiero compaginarlo todo con este nuevo reto, sin renunciar a lo que tanto esfuerzo me ha costado construir.
No soy la única, pero aún así soy alguien. No puedo hacerlo todo, pero aún así puedo hacer algo. Justo porque no puedo hacerlo todo, no dejaré de hacer lo que sí puedo". Esa es la frase que quiero que me defina
Para terminar, ¿Cómo le gustaría que se entienda su función en la Defensoría?
Me gustaría que se entendiera que esta figura no depende del gobierno de turno, sino que está ahí para defender derechos siempre. Que se sepa que existe, porque muchas personas aún no lo saben. Y que, si alguien no se siente escuchado, sepa que aquí tiene a alguien de su lado. Como decía Helen Keller, una activista de la sordoceguera a la que admiro:
"No soy la única, pero aún así soy alguien. No puedo hacerlo todo, pero aún así puedo hacer algo. Justo porque no puedo hacerlo todo, no dejaré de hacer lo que sí puedo." Esa es la frase que quiero que me defina.


